Editorial: El Paro Nacional Ampliado: Una oportunidad única para la transformación de la desigualdad urbana y rural de Colombia.
Por: OTEC
Varios analistas coinciden en que la protesta social que se inició el 21 de noviembre, como un paro nacional, es única en la historia de Colombia por su duración: ya lleva dos semanas y la movilización continúa. La actual protesta se alimenta de varias fuentes: la política social y económica de c...
Varios analistas coinciden en que la protesta social que se inició el 21 de noviembre, como un paro nacional, es única en la historia de Colombia por su duración: ya lleva dos semanas y la movilización continúa. La actual protesta se alimenta de varias fuentes: la política social y económica de corte neoliberal de este gobierno; el incumplimiento de los acuerdos de paz y de los contraídos con los estudiantes de las universidades públicas de educación superior; el asesinato de cientos de líderes sociales; el desbordamiento de la violencia contra los indígenas en el departamento del Cauca; la violación de derechos humanos y el ocultamiento de lo sucedido en el caso del bombardeo al disidente de las FARC alias “El Cucho”, en donde murieron varios niños. Todas razones muy diferentes, pero que en últimas muestran un gran descontento con la gestión y las políticas del actual gobierno de Iván Duque.
También es importante resaltar que esta nueva ola de protestas en Colombia se ha visto alimentada por lo sucedido recientemente en el entorno latinoamericano. El caso de las protestas masivas en Ecuador a raíz del llamado “paquetazo” económico del presidente Lenin Moreno, y sobre todo la revuelta chilena contra las políticas del gobierno de Sebastián Piñera y el crecimiento de la desigualdad social en ese país han generado un cierto efecto de contagio que ha animado el impulso a salir a las calles en nuestro país.
Se ha dicho también que este ciclo de protestas tiene una característica relativamente novedosa en Colombia: la importantísima participación de las clases medias. En las grandes ciudades se trata de jóvenes estudiantes, con una significativa cuota de mujeres y de ambientalistas, con un nivel de educación formal superior al promedio nacional, y que se ha expresado no solo en las marchas sino a través de un variado repertorio de protestas que incluye diversas expresiones artísticas y los llamados “cacerolazos” (con pocos antecedentes en Colombia) que se hacen incluso desde las ventanas de las propias casas, apartamentos y en espacios públicos. En su mayoría quienes protestan son sectores antiuribistas, defensores de los acuerdos de paz y personas que votaron a favor de la consulta anticorrupción que finalmente fue desconocida por el presidente y el congreso de la república. Si lo ponemos en términos del espectro político-ideológico, serían ciudadanos de “centro” y de “izquierda”, defensores, a grandes rasgos, de políticas públicas social-demócratas. También dentro de estos, se encuentra un grupo amplio de abstencionistas y personas que en las pasadas elecciones presidenciales habrían votado por Sergio Fajardo o por Gustavo Petro.
Ahora, una pregunta clave es ¿qué sucede con la sociedad rural colombiana frente al actual ciclo de protestas?, ¿cómo se manifiesta la población del campo colombiano en esta coyuntura tan importante para el país?
--
Para leer el artículo completo, descargar el archivo adjunto
Imagen tomada de: Nodal - Noticias de América Latina y el Caribe (shorturl.at/kpW26)